lunes, 8 de abril de 2013

10. Güija




“Miedo a perder el tótem masculino: ¿qué otras raíces?”[1]

        “…Amenazan
        con hacerme entrar en un cielo
        sin estrellas y sin padre, en unas aguas oscuras.”[2]

        “…No hay manera de librarse de él:
        (...)
        Lo oscuro hace su hueso.
        Pronuncia un nombre cualquiera, y acudirá.”[3]

        …¡Qué ojos tan grandes tienen los muertos!
        He intimado con un espíritu peludo.
(…)
Si soy pequeña, no puedo hacer ningún daño.
Si no me muevo, no romperé nada. Eso dije…[4]

        Sylvia buscó a su padre (pero él le salía continuamente) revolviendo en su memoria y en sus sueños, y en su poesía y, aquí, con brujerías. Sylvia escribió el <<Diálogo sobre un tablero de güija>>[5] en 1957 o 1958, pero no se lo enseñó nunca a nadie.  Sybil y Leroy valen, claro, Sylvia y Ted, que dieron en interrogar a Pan, su geniecillo familiar, sobre esto o aquello. Ted Hugues publicó el texto en las notas a los Collected Poems de Sylvia Plath. De 1957 es otro poema, <<Güija>>[6] (<<Ouija>>), que también apareció publicado por primera vez en dicha colección.

        En <<Güija>> “un dios frío, un dios de sombras”, “antiguo” (¿o viejo?), mueve “el vaso desde sus negras profundidades” y con su “boca de cristal” “devuelve, como baba, sus palabras”, y “deletrea, temblequeando (…) sus amorosas nostalgias”. “Prometimos olvidar / el laberinto, e ignorar qué clase de bestia / pudiera habitarlo.” Dice Sybil. Faltaron a su promesa. En el <<Diálogo…>> invocan a Pan. Él acude, puntual.

¿Hay alguien ahí?[7] Ya anda. Va / directamente al Sí. Apuesto a que es Pan. ¿Quién iba / a acudir a nuestra llamada así, sino Pan? Está / registrándose. Sólo la P esta vez. Y se larga, / y vuelve a la P, como si fuésemos ya viejos amigos / y bastasen los apodos.” La “fe” de Sybil en Pan “va y viene”. No le parece verdadero. Pero “¿qué es / lo que queremos saber de verdad?” “Todo.” Sybil recela: “el vaso siempre se sale con algo que yo no quisiera / saber de ninguna manera”. De todos modos, pregunta. “Pan, ¿hay / otra vida después de esta vida? Sale disparado, volando / hacia el Sí, pero es su certeza, no la nuestra.” Y hace inquisición, entonces, de su padre, en el otro lado. Gasta, responde Pan, “un plumaje de gusanos”. Ángel de la putrefacción.

Parecía “vana ventriloquía”, serían, ¿no?, “vagos delirios”. Sybil frunce el ceño: “Yo tenía toda la razón: Pan no es más que la marioneta / de nuestra doble intuición.” “¿Y si así fuera…? / Todavía merece ser estudiado…” Discutieron entonces, Sybil y Leroy, sobre la naturaleza de Pan, y de sus revelaciones.

SIBYL:     …Antes quisiera que me clavaran una estaca en el corazón,
        que me quemaran en la hoguera, por bruja,
        hasta convertirme en un montón de cenizas,
        que encontrarme con un pobre fanfarrón de las regiones inferiores
de nuestras conciencias posando como profeta y arrebatándonos con artería
        los guijarros que guardamos en nuestros armarios de cocina
        para levantar sus torres inclinadas. Mientras que tú, tú deseas
        ver qué versátiles somos: mimas
        a Pan como si fuera nuestro primogénito,
y se fundiesen en él nuestros dos talentos, una especie de hijo bastardo
de nuestras hechicerías,
        concebido en nuestra noche de bodas, y que dimos a luz
        nueve meses antes de tiempo, un chico, eso sí,
brillante, inclinado a componer extraños poemas
en perfectos versos yámbicos, cuando se le empuja a recitar
riñéndolo, o felicitándolo sutilmente. Sólo yo,
aunque tú aparentes mayor serenidad, prefiero
imaginarme que alguna otra criatura corre
por nuestras venas y habla por boca de este vaso.

        Pan era un vago, un gamberro, un “correveidile”, pero “vale / para sondar sílabas que nosotros todavía / no hemos sacado a la superficie: los versos son suyos, pero el ritmo / es nuestro ritmo, como también el don / y la voz, y la inteligencia, así como la sangre caliente / que nos chupa, como una sanguijuela, por mostrarnos tan blandos.” Pero entonces, ¿y lo que dijo de papá? Aquellos gusanos. “¿No dices que ha dicho dos mentiras…?” “Son más bien dos frutos / del árbol de tus deseos.”

        Pan habitaba en el nervio mismo de Sybil y Leroy. Harto de sus señores, los llamó entonces simios, y Leroy, enfadado, rompió el vaso. Enseguida le entró miedo, “como si medio creyese en él, y él, / puesto que no eras tú, ni era yo, ni éramos nosotros, / tuviera que haber sido alguna otra persona.” Papá. Papá.

“Pan asegura que su dios familiar, ‘Koloso’, le dice muchas de estas cosas.”[8] Pan era el genio que acudía cuando lo invocaban en la mesa de güija. En el infierno, el Príncipe Otto era vasallo de El Coloso con “ka” inicial germánica. Éste estorbaba la comunicación entre Sylvia y el espíritu de su padre.[9]

        De los correos que Pan pueda traer del otro lado de las cosas a Sylvia le importa por encima de todo saber lo de su padre, enterarse de lo suyo, llenarse de él, colmar el hueco de su ruidosa ausencia.

        Ted Hughes escribió también un poema, <<Güija>>[10], sobre lo mismo. Era “tan fácil como pescar anguilas / en la cálida oscuridad del verano”. Del “pozo de la güija” salió. “Componía poemas. / Deletreó uno: / ‘No tendrá él nombre. / Una miríada de hijas / cuidarán de su imagen / lavando las faldas de la montaña con sus lágrimas / para apagar sus llanuras incendiadas.” “Su poeta favorito / era Shakespeare. Su poema favorito, El Rey Lear. / Y ¿su verso favorito de El Rey Lear? Nunca / nunca nunca nunca nunca – pero / no podía recordar cómo seguía.” Sylvia hace, claro, a Cordelia. Sylvia lloraba, espantada. 

                 …Sólo
        que quizás te había llegado un murmullo que yo no alcanzaba a oír,
        antes de que el vaso se moviera, alguna vocecita:
        La fama vendrá. La fama, especialmente para ti.
        La fama no puede ser evitada. Y cuando venga
        habrás pagado por ella con tu felicidad,
        con tu marido y con tu vida.’”



[1] Sylvia Plath, <<Notas sobre sus visitas a RB: viernes, 12 de diciembre [de 1958]>>. En Sylvia Plath, The Journals…p. 438.
[2] Sylvia Plath, de <<Ovejas en la niebla>> (<<Sheep in Fog>>), 2 – XII – 1962, 28 – I – 1963. En Sylvia Plath, Collected Poems, p. 262.
[3] Sylvia Plath, del <<Poema para un cumpleaños. 4. La Bestia>> (<<Poem for a Birthday. 4. The Beast>>), 4 – XII – 1959. En Sylvia Plath, Collected Poems, pp. 131 – 137.
[4] Sylvia Plath, del <<Poema de cumpleaños. 6. Quema Brujas>> (<<Poem for a Birthday. 6. Witch Burning>>), 4 – XII – 1959. En Sylvia Plath, Collected Poems, pp. 131 – 137.
[5] Sylvia Plath, Collected Poems, nota 62, pp. 276 – 286.
[6] Sylvia Plath, Collected Poems, pp. 77 – 78.
[7] En cursiva en el original.
[8] Sylvia Plath, carta a su madre, 5 – VII – 1958. En Sylvia Plath, Letters Home, p. 346.
[9] Ted Hughes, en Paul Alexander, (ed.), Ariel Ascending: Writings About Sylvia Plath, Nueva York: Harper & Row, 1985, p. 155. En Erica Wagner, Ariel’s Gift, pp. 88 – 89.
[10] Ted Hughes, Birthday Letters, pp. 53 – 56.

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