domingo, 7 de abril de 2013

20. La hija del mago (de Rappaccini)



“Soy la hija del mago, que no pestañea.” (“I am the magician’s girl who does not flinch.”[1]) En el cuento de Nathaniel Hawthorne, La hija de Rappaccini, un botánico tarado ha criado a su hija en un hibernadero donde crecen plantas venenosas cuyos perfumes la vuelven a la vez inmortal y fragilísima. Ahora ella no puede acercarse a ningún hombre, que lo mataría, ni salir al mundo, pues se terminaría ella. Así, su padre, el “mago”, la tiene toda para sí. Sylvia compara su condición con la de la hija del brujo en sus Diarios[2] y en <<La reunión sobre las abejas>> (<<The Bee Meeting>>, 3 – X – 1962). En el poema juega con el apellido del escritor. “Is it the hawthorn that smells so sick? / The barren body of hawthorn, etherizing its children.” El “cuerpo yermo del espino” (casi, Hawthorne) desprende un olor “enfermo” que anestesia “a sus hijos”. También, aquí, se iguala a la abeja reina. Es “vieja, vieja, vieja”, pero “tiene que vivir otro año, y lo sabe.” Sylvia no podrá tanto. De todos modos, acepta sus suertes, no pestañea.


[1] Sylvia Plath, <<La reunión sobre las abejas>> (<<The Bee Meeting>>), 3 – X – 1962. En Sylvia Plath, Collected Poems, pp. 211 – 212.
[2] Sylvia Plath, The Journals…, 6 – III – 1956, p. 222.

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