En
<<Monta nocturna de Ariel>>[1] Ted
Hughes dice las mujeres que gobernaron la luna (su “hada madrina”) que mareaba
a Sylvia.
Una,
su madre, “la luna tirolense, la gutural, / de duelo, y rehaciéndose a sí
misma”. “Madre, / haciéndote bailar, con su mirada magnética, / sobre el ataúd
de tu Papá / (ahí, en la película familiar).”
Otra,
la Doctora Beutscher, su psiquiatra,
“…luna del desmembramiento y de la
resurrección,
que encontró suficientes partes en el
piso de su oficina
para rellenar tu vieja piel y echarte a
andar
hasta el martes.
(…)
…Beutscher,
manejando los hilos de tu marioneta,
te sacó al ritmo de un vals de tu mítica
sepultura
para que bailases con el esqueleto de tu
Papá sobre una especie de cuerda floja,
sobre la boca de tu verdadera sepultura.”
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