En sus cartas[1] y en
sus diarios[2]
(y hasta en sus sueños) Sylvia Plath unimismó a Ted Hughes con Otto Plath. En
<<Papá>>[3], uno
de los poemas más sabidos de Sylvia Plath, ella acusa a Ted de haberla
engañado, haciéndose pasar por su padre. Cuando rompió con su marido,
abandonaba, con él, a su padre, se libraba de su sombra.
Ted Hughes lo
comprendió. En <<Calle Rugby, 18>>[4]
repite (lo ha escrito en otros lugares) que en lo suyo con Sylvia las suertes
estaban echadas. Apunta que el primer día que Ted y Sylvia se tuvieron, en un
hotel de Londres, fue estrellado, bien y mal hadado, “el 13 de abril, el
cumpleaños de tu padre”, y viernes encima. Empezaban su historia de amor con el
pie malo de su padre.
<Un
vestido de lana rosa>>[5]
cuenta el día de su boda. Sylvia estaba “transfigurada”. “Temblabas, llorabas
de alegría, estabas en el fondo del océano / rebosante de Dios.” Para Erika
Wagner[6],
estos versos apuntan con ironía y amor al “saco lleno de Dios” con “la cabeza
en el caprichoso Atlántico” con la cual Sylvia retrata a Otto Plath en
<<Papá>> (<<Daddy>>). Se está desposando Sylvia,
entonces, también con su padre.
En
<<El inquilino>>[7] salen
otra vez Ted y Sylvia endemoniados. Otto hacía y deshacía por ellos, en su
lugar. Él armaba la colmena, y no Ted. Él escribía aquellas cosas tremendas, y
no Sylvia.
Era Ted, el hombre
del abrigo negro asomado al mar. Pero Sylvia, que hacía poco había ido al
cementerio a visitarlo, vio a su padre, y escribió para él “el único poema ‘de
amor’ de [su] libro”, <<El hombre de negro>>[8]. Ted
Hughes, viéndose así mezclado y confundido, respondió con este otro poema,
<<El abrigo negro>>[9]. Allí
el padre de Sylvia, “muerto”, sale “arrastrándose” del mar y se mete dentro de
Ted. El espíritu de Otto Plath se ha apoderado de él, lo posee.
El sacrificio (la
“expiación”) se consuma en <<Inmolación>>[10]. Lo
oficia Ted, en el nombre del padre, en su “mito nuevo”. Sylvia era “una novia
niña / sobre una pira”. “Y yo era tu marido / haciendo la parte de tu padre.”
Por fin, en
<<Una fotografía de Otto>>[11] Hughes se ha reconciliado con Otto Plath. Ya
no es el padre de Sylvia una presencia o ausencia horrorosa. Viéndose tan
igualado a él, tan enmarañado en lo suyo, lo comprende mejor. Entiende que
sujete aún a su hija, que se sujete a ella. Ted iba buscando a Sylvia, y la ha
encontrado en el túnel de una mina, su panteón familiar, durmiendo “con su
alemán” en íntima soledad.
“Estás ahí, de pie, en la pizarra: ministro
luterano frustrado. Tu idea
del Cielo y de la Tierra y del Infierno
radicalmente
modificada por la comuna de abejas
melíferas.
Sería una sorpresa enorme, para uno que
tiene tu prusiana espina dorsal,
conjurado a través de la poesía,
verte tan enredado conmigo…”
[1]
Sylvia Plath, cartas a su madre del 29 – XI – 1956 (Sylvia Plath, Letters Home, 289) y del 25 – II – 1953
(Sylvia Plath, Letters Home, p. 104).
[2]
<<Notas sobre las visitas a RB>>, 27 – XII – 1958 (Plath, 2000:
447); Sylvia Plath, The Journals…, 22
– I – 1953, p. 163; 26 – II – 1956, pp. 211 – 212; 5 – III – 1958, p. 346.
[3]
<<Daddy>>. Sylvia Plath, Collected
Poems, pp. 222 – 224.
[4]
<<18 Rugby Street>>. Ted Hughes, en Birthday Letters, pp. 20 – 24.
[5]
<<A Pink Wool Knitted dress>>. Ted Hughes, en Birthday Letters, pp. 34 – 35.
[7]
<<The Lodger>>. Ted Hughes, en Birthday
Letters, pp. 124 – 126.
[9]
<<Black Coat>>. Ted Hughes, en Birthday
Letters, pp. 102 – 103.
[10]
<<Suttee>>. Ted Hughes, en Birthday
Letters, pp. 147 – 149.
[11]
<<A Picture of Otto>>. Ted Hughes, en Birthday Letters, p. 193.
No hay comentarios:
Publicar un comentario