domingo, 7 de abril de 2013

19. Lorelei



        La Lorelei tiene el artículo determinado de las golfas y de las demonias. Hija del Rin, se echó al río (o sea, vino a morirse a los brazos de su padre) cuando la abandonó su amigo, y fue transformada en sirena. Ella ahora hace que naufraguen en sus corrientes los pescadores. 

Pan, el oráculo que Ted y ella consultaban en la güija (pero vale “el espíritu de mi padre”), “dijo que debería escribir sobre el tema poético de las ‘Lorelei’ porque son ‘de Mi Gente’”. Sylvia escribió el poema, porque tocaba en “el símbolo de la Infancia en el Mar, y en la pulsión de muerte”. Desde ahora, sin embargo, Sylvia buscará el alivio de la prosa, ya que se ve “incapacitada para hablar el lenguaje humano, perdida como estoy en mi mar interior, sin palabras, de los sargazos”.[1]

En <<Lorelei>>[2] (1958) su añoranza del fondo de los mares importa más por venir el poema justo después de <<Full Fathom Five>>, donde el ahogado era su padre. Es de nuevo Ofelia, o las delicadísimas suicidas del universo histérico prerrafaelita, o las locas que las repetían en los manicomios decimonónicos ingleses,  o Virginia Woolf. Y Sylvia, como aquella hada germánica, buscará a su padre en otros fondos.


[1] Sylvia Plath, The Journals, 4 – VII – 1958, p. 401.
[2] Sylvia Plath, Collected Poems, pp. 94 – 95.

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